martes, 14 de febrero de 2017

BUENOS DÍAS. UN CORTADO

Buenooo!!!!! La de tiempo que no pasaba por aquí y la de cosas que me han pasado en estos años.
Tras una primera inmersión en el mundo laboral en esta nueva ciudad que resultó fallida, encontré trabajo como camarera en un área de servicio. No quería volver a la hostelería, me entraban instintos asesinos, pero hay que sobrevivir. En esta vuelta, me lo tomo todo de otra manera. Aún así, hay cosas que me superan.
Y de eso quiero hablar.
Lo primero que me gustaría dejar claro es que los camareros (todos sin excepción) somos PERSONAS.
Parece algo muy obvio, pero no. Hay gente que no lo sabe.
Estamos detrás de la barra para servirte, si. Tú lo sabes. Yo lo sé. Pero eso no significa que sea tu esclava. Eso significa que soy una persona que trabaja detrás de una barra.
A veces creo que estar cinco años viviendo en mi pueblo me ha oxidado las costumbres urbanas. Allí, cuando alguien te dice "Buenos días" tú contestas "Buenos días". Y me he dado cuenta de que aquí, si tú dices "Buenos días" lo que hay que contestar es "Un cortado".
¿En serio?
Voy a hacerte un café. Puedo hacer que lo disfrutes o que salgas corriendo al baño... ¿En serio no me merezco ni un "Hola"?
Y luego están los que, para rizar el rizo, te hablan cuando estás de espaldas. Yo les llamo los Joséluismoreno. Un ente quiere un cortado. Pero ¿quién ha hablado?.
Piénsalo.
Pero piénsalo en serio.
¿Cómo te gusta que te traten a ti?
No quiero que me cuentes tu vida, ni que seamos best friend forever.
Sólo quiero que me mires a la cara y me digas "Buenos días. Un cortado".
Ya está.
Ahora piensa cuantas veces vas a un bar y te dejas la buena educación en la puerta. Piensa lo que sientes cuando alguien se comporta así contigo. Piensa como te sientes.
Los camareros somos PERSONAS. No lo olvides.
Y, en el fondo malvado de todo camarero, podemos hacer que tu experiencia sea agradable... o todo lo contrario.
Mira, un día entré a revisar el baño de mujeres. Llevaba toda la mañana siendo ignorada y entré como vaca sin cencerro. Había una señora lavándose las manos y yo no dije nada. La señora, con toda la razón del mundo, me dijo "Buenos días, ¿no?". ¡Tierra trágame! Me sentí fatal. Le pedí perdón mil veces. Tenía razón. He entrado a un sitio donde había una persona y no he sido educada. Hice lo que me repatea las tripas que me hagan a mi.
Ese día me sirvió para ponerme la alarma educacional. Procuro llevar en mi cara una sonrisa y en mi boca un buenosdías SIEMPRE.
Sin excepción.
Entre donde entre.
Esté quien esté al otro lado.
Y me siento bien.
Pruébalo, pruébalo siempre, sin excepción.
Y luego cuéntame qué tal